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Día de San Valentin

Santificador de la vida familiar

 

Muchos países en el mundo, celebran hoy el día de los enamorados o de San Valentín como es conocido también.

La celebración se le atribuye al Santo Valentín, de quien no se conoce mucho, las únicas fuentes han sido  actas apócrifas que relatan algunos aspectos de su vida. Los milagros que realizo  y la forma de conducirse hicieron que se ganara el desagrado de las autoridades de Roma de donde era presbítero, y fue por ello llevado a la máxima manifestación de amor a Cristo; El martirio. Se sabe que murió decapitado en Roma a finales del siglo III un  14 de febrero.

La gran enseñanza que nos dejó San Valentín fue el amor a Jesucristo por medio del  Sacramento del Matrimonio. La tradición cuenta que en el tiempo de la persecución, el santo arriesgaba su vida para poder dar a los jóvenes que  lo deseaban, el sacramento del matrimonio recibiendo de esta forma la bendición  de Dios para su amor.

En la sociedad actual este valor se ha ido opacando y cada vez son menos los jóvenes que deciden comprometerse y decir si ante un altar, dejan de hacerlo  por miedo, o por  egoísmo,  otras veces simplemente porque no se le da la importancia que en realidad tiene este sacramento para los cristianos.

Recordemos que la base de la  sociedad es la familia y esta familia debe iniciar con la bendición de Dios en el momento del  Matrimonio.

 

El papa Francisco en el mensaje que envió a los jóvenes en el día de San Valentín menciona la importancia que tiene el matrimonio con estas palabras: “Queridos jóvenes, no tengan miedo a casarse. Unidos en matrimonio fiel y fecundo, serán felices”.  Es una invitación a que se marque  la diferencia y se siga creyendo en el matrimonio a pesar de las circunstancias. La clave para que las relaciones funcionen es que sean de tres; sí de tres, Ella, El y Dios como base del amor.  La fiesta de hoy  invita a amar a Dios en todas las expresiones de la  vida, que cada acto demuestre el amor por Cristo y que se luche por  vivir bajo su luz.

El regalo no es que nosotros amemos a Dios, el regalo es que Él nos amor primero y la muestra más grande de amor fue la Cruz.

 

Pidamos pues a San Valentín, el santificador de las vida familiar que nos ayude a amar a Dios en cada momento de la vida y que como él seamos fieles seguidores de los deseos del Padre Celestial.

“El amor no conoce temor. No tiene miedo de nadie; alcanza a Dios y se sumerge en Él como en su único tesoro” Santa Faustina

 

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