1956 El renacimiento de la vieja liturgia y la adaptación de la escultura del Santo Cristo Yacente del Calvario en Cristo de la penitencia para el ceremonial de Viernes Santo

1956 El renacimiento de la vieja liturgia y la adaptación de la escultura del Santo Cristo Yacente del Calvario en Cristo de la penitencia para el ceremonial de Viernes Santo

La consolidación del trabajo realizado por el padre Mateo Perrone y su grupo de colaboradores en la iglesia del Calvario, posicionó la Hermandad Cruzados de Cristo del Calvario en un lugar especial en el ideario nacional, manejando verdaderas multitudes de devotos y público en general, no necesariamente creyentes que se incorporaban cada día en más número en relación directa o indirecta a esta asociación.

El desarrollo del culto fusionó en aquellos años, viejas tradiciones de ascendencia hispánica que en la Antigua Guatemala habían pervivido mezclándose a principios del Siglo XX con aspectos modernos de la cinematografía. La escultura del Santo Cristo Yacente fue intervenida nuevamente para hacerle goznes en los hombros y permitirle movimientos adecuados para ampliar su participación como figura central en el desarrollo del ceremonial de Viernes Santo creando una eclosión artística singular que reinterpretó los viejos autos sacramentales de la Crucifixión, Sermón de las Siete Palabras, Descendimiento y Santo Entierro de Cristo, matizándolas con otros aspectos de la vida civil, como dejar en libertad a un preso al paso de la procesión del Santo Entierro por la Penitenciaría Central, de donde enfilaría al moderno Centro Cívico y posteriormente al antiguo parque Concordia que lucía profusamente adornado donde se interpretaba el sentido canto del “Perdón”. El brillo del recorrido también hizo surgir un ceremonial único y una procesión singular a las de esta advocación en la Nueva Guatemala de la Asunción con identidad propia.

En aquel tiempo un nuevo devoto del Señor que provenía de las filas de la Hermandad del Señor Sepultado de la Escuela de Cristo, donde había tomado conciencia de la importancia de adaptación de la didáctica del Evangelio a los tiempos modernos que impulsaba estos cambios en El Calvario, nos referimos a don Guillermo Lira Mollinedo, que actuaba como interlocutor ideológico de la dirigencia de la empresa de los ferrocarriles y el párroco de la Iglesia del Calvario, logrando interesar una empresa extranjera en apoyar las manifestaciones tradicionales de fe.

Pronto a la compañía de los ferrocarriles se sumaron otros comerciantes que tenían sus negocios en el barrio del Calvario, especialmente los distribuidores de telas que dieron su ovulo para el éxito rotundo de la procesión de 1957, eventualidades que elevaron el nombre de la Hermandad Cruzados de Cristo como una de las instituciones de mayor prestigio del país.

El despegue de esta sociedad religiosa no tendría más límite intelectual y material que no pudiera alcanzar de aquí en adelante, sin embargo, debería trabajar mediante una división técnica de labores para engrandecer especializadamente el culto y manejar a una red de devotos cada vez más heterogenia y masificada.

Procesión del Señor Sepultado del Calvario el Viernes Santo 30 de marzo de 1956. (Miguel Álvarez Arévalo. De Ramos a Pascua. Seviprensa Centroamericana, Guatemala, 1992. p. 63).

 Tomado del Libro Crónicas y Recuerdos Del Santo Cristo Yacente Del Calvario De La Nueva Guatemala De La Asunción Escrito por: Dr. Fernando Urquizú y Arq. Mario Ubico. Escuela de Historia - Universidad de San Carlos, CIAG.